Perpetuar la injusticia: el estancamiento laboral de las mujeres en México

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Por Gil Fagoaga (@gilcabreraf)*

Es fácil notarlo en centros comerciales y supermercados: gran parte de los juguetes relacionados con tareas domésticas y de cuidado están dirigidos a las niñas. Incluso hace algunos días estuvo circulando una imagen en redes sociales que lo ejemplificaba perfectamente: "C de campeón" y "C de cocinera" rezaba el anuncio de la cadena de supermercados Carrefour. La cosa es que, aparentemente,  la diferenciación de los roles sociales en función del género se ha convertido en fuente de obstáculos serios para el desarrollo laboral y la movilidad social de las mujeres.

En términos generales, la inmovilidad social parece ser una constante en la sociedad mexicana: “74 de cada 100 mexicanos que nacen a la base de la escalera social no logran superar las condiciones de pobreza [a lo largo de su vida]”^[1]  esto debido, en su mayoría, a la desigualdad de oportunidades y no a una supuesta  "falta de esfuerzo" o "ganas de progresar" (sea lo que sea que eso signifique). A su vez, el nivel de movilidad social no es el mismo a lo largo y ancho del país. La nación es diversa y también lo son las posibilidades de cada uno de superar las condiciones de pobreza en las que se nace. El panorama puede ser significativamente distinto para cada persona dependiendo de cosas como el lugar de nacimiento, la ocupación de los padres, el color de piel y -lo que nos ocupa ahora- el sexo de la persona.

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El pasado 20 de mayo, el Centro de Estudios Espinosa Yglesias presentó el Informe de Movilidad Social 2019. En él, se dedicó una sección entera al análisis de la desigualdad y la movilidad social por género. El informe revela que las mujeres que nacen en pobreza tienen relativamente pocas posibilidades de salir de ella en comparación con los hombres en la misma situación. Además, dicha prospectiva parece estar fuertemente determinada por factores tales como la educación y ocupación de los padres^[2]. A ello se puede agregar que la brecha educativa entre hombres y mujeres es de alrededor de 6 puntos porcentuales^[3].  Es decir, en un país como el nuestro donde tradicionalmente la educación se ha considerado como la base de la movilidad social, los hombres de nuestro país tienden a recibir más años de educación que las mujeres. 

Pero eso no es todo. Los datos también parecen sugerir que ni siquiera el estudio garantiza a las mujeres un lugar en el mercado laboral formal. Según un estudio publicado por el Colegio de México^[4], en 2015, de los adultos que tuvieron acceso a estudios universitarios, el 87.8% de los hombres se instaló con éxito en el mercado laboral, mientras que solo el 69.3% de las mujeres pudo hacer lo mismo. De nueva cuenta el rol social estaría jugando un papel determinante: en la mayoría de las familias, son las mujeres las encargadas del cuidado y del trabajo doméstico. Esto parece incidir en el hecho de que el riesgo de perder el trabajo sea más alto para ellas y en que la probabilidad de ocupar mejores puestos o de recibir un ascenso en sus lugares de trabajo sea más baja comparada con la de sus pares masculinos.^[5]

La exclusión y la subordinación de las mujeres en lo laboral también alcanza el ámbito doméstico y se ve reflejada en la convivencia diaria al interior de la familia. En 2016 de cada 100 hogares, sólo 38 declararon tener una jefatura de familia femenina^[6]. Esto implica que la mayoría de las mujeres se encuentra en una posición de desventaja al momento de tomar decisiones dentro del hogar. Si a esto le sumamos la desventaja en el mercado de trabajo remunerado y el ya mencionado mayor riesgo para ellas de perder su trabajo, el panorama no es más prometedor. La precarización y no reconocimiento del trabajo de la mujer dificulta su acceso a los diversos instrumentos financieros -como seguros y créditos- que se ofertan en México^[7],. La mujer ve restringida su capacidad para acceder a préstamos para abrir pequeños negocios o resolver gastos de emergencia como pudieran ser las emergencias médicas. En tanto, hoy en día, los instrumentos financieros  resultan herramientas de suma importancia para lograr la estabilidad económica en el corto y largo plazo, el hecho de que las mujeres encuentren más barreras que los hombres para acceder a ellos resulta en una potenciación de la brecha entre los géneros.

La desigualdad por género en movilidad social en México no sólo es un problema de orden ético, también es un problema de orden económico: que las mujeres no puedan desarrollar sus capacidades en libertad se traduce en un cúmulo de valor humano y talento desperdiciados. Sus capacidades son sin duda valiosas para contribuir al crecimiento económico, al desarrollo y a la disminución de la pobreza. Martinez, Millar y Saad (2013) describen que el Bono de Género^[8] en México, equivale a alrededor del 5% del crecimiento del PIB y 0.7% del PIB per cápita. Además, Alejo (2017) menciona que de acuerdo con estimaciones de la Organización Mundial del Trabajo, una reducción del 25% de la brecha de género en participación laboral en México se traduciría en un crecimiento adicional del PIB de 5%. 

El rol social que se ha impuesto sobre la mujer -concibiéndola solo como ama de casa o cuidadora- es un obstáculo mayor en la lucha por la igualdad. Pero esto no es lo peor: la información disponible nos dice que el hogar, como lugar de trabajo exclusivo al que se ha circunscrito a la mayor parte de las mujeres mexicanas, se ha convertido también en el espacio donde  muchas de ellas son violentadas brutalmente e incluso asesinadas^[9].  Así, las mujeres no encuentran en el mercado laboral una oportunidad para mejorar sus condiciones de vida y ni siquiera en el hogar parece que se les reconozca o respete como se debería. Esta es la injusticia y la tragedia  de la desigualdad que urge resolver en nuestro país. 

Referencias:

1. Centro de Estudios Enrique Yglesias (2019). Informe sobre Movilidad Social en México. Hacia la Igualdad Regional de Oportunidades. Disponible en: https://ceey.org.mx/informe-movilidad-social-en-mexico-2019-hacia-la-igualdad-regional-de-oportunidades/

2. Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (2017), Pobreza y Género 2010-2016, disponible en: https://www.coneval.org.mx/Medicion/MP/Documents/Sintesis-ejecutiva-Pobreza-y-genero-2010-2016.pdf

3. El Colegio de México (2018). Desigualdades en México 2018. Disponible en: https://desigualdades.colmex.mx/informe2018

4. Martinez, Millar y Saad (2013). Participación laboral femenina y bono de género en América Latina. CEPAL. Santiago de Chile. Disponible en: https://www.cepal.org/es/publicaciones/35897-participacion-laboral-femenina-bono-genero-america-latina

5. Alejo, D (2017). Desigualdad económica y de género. Nexos. Ciudad de México a Diciembre 7, 2017. Disponible en: https://economia.nexos.com.mx/?p=762

6. UNODC, Global Study on Homicide 2018 (Vienna, 2018). Disponible en: https://www.unodc.org/documents/data-and-analysis/GSH2018/GSH18_Gender-related_killing_of_women_and_girls.pdf 

*Gil Fagoaga es economista por la UNAM y especialista en desigualdad económica y de género. Es analista en el Laboratorio de Análisis y Diseño Conductual de BPP A.C.

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^[1]↩ Véase: https://ceey.org.mx/informe-movilidad-social-en-mexico-2019-hacia-la-igualdad-regional-de-oportunidades/

^[2]↩ Ibid...

^[3]↩ CONEVAL (2017), Pobreza y Género 2010-2016, disponible en: https://www.coneval.org.mx/Medicion/MP/Documents/Sintesis-ejecutiva-Pobreza-y-genero-2010-2016.pdf

^[4]↩ Veáse: https://desigualdades.colmex.mx/informe2018

^[5]↩ 41 % de las mujeres que tuvieron como primer empleo un trabajo asalariado pasaron a la no actividad, en comparación con solo 12 % en el caso de los hombres según el Informe de Movilidad social 2019 presentado por el CEEY. 

^[6]↩ La jefatura económica se refiere al integrante que aporta la totalidad o mayor parte de los ingresos en los hogares. 

^[7]↩ Existe una brecha de 6 puntos porcentuales entre hombres y mujeres

^[8]↩ Bono de género hace alusión al beneficio económico potencial que se obtiene por el incremento de la participación de las mujeres en la actividad económica.

^[9]↩ UNODC, Global Study on Homicide 2018 (Vienna, 2018). Disponible en:

https://www.unodc.org/documents/data-and-analysis/GSH2018/GSH18_Gender-related_killing_of_women_and_girls.pdf