¿Por qué las economías neoclásica y conductual no tienen sentido sin Darwin?


Por Terry Burnham (@TerenceBurnhamTraducción al español por Gabino Martínez** (@GabinoMartnez11)

La economía se encuentra en medio de una crisis silenciosa, habiendo sufrido un cisma hace cuarenta años, y no mostrando signos de curación. En el artículo "Towards a neo-Darwinian synthesis of neoclassical and behavioral economics" (Hacia una síntesis neodarwiniana de la economía neoclásica y del comportamiento), sostengo que las ciencias naturales proporcionan la mejor ruta para volver a unir la economía.

La economía se divide en la escuela neoclásica que asume que las personas son maximizadoras racionales y la escuela conductual que argumenta que las personas son, en palabras de Richard Thaler, "más tontas y más amables" de lo que los economistas neoclásicos suponen.

La economía del comportamiento se ha vuelto más poderosa porque ha documentado una serie de desviaciones entre el comportamiento de las personas vivas reales y el comportamiento predicho del Homo economicus.

El cisma entre los dos campos económicos se ejemplifica en la relación entre el profesor Thaler y Eugene Fama, su colega de la Universidad de Chicago. En el New York Times, Fama rechaza el trabajo de Thaler de la siguiente manera: "Lo que Thaler hace es básicamente un tema de curiosidad ... ¿Cómo se publicó alguna vez algo de esto [de comportamiento económico]?"

Aquí hay dos profesores titulares de la Universidad de Chicago, una de las mejores escuelas de economía del mundo, que no están de acuerdo con los supuestos básicos del campo. La economía está en desorden.

Los primeros documentos sobre comportamiento fueron publicados en la década de 1970 por Daniel Kahneman y Amos Tversky. Aproximadamente medio siglo después, los estudiosos neoclásicos y del comportamiento no están más cerca uno del otro. De hecho, un artículo de The New York Times publicado en 2001 en el que Eugene Fama desestima la economía del comportamiento sigue siendo una buena descripción del estado de la economía. Sin cambios en 15 años.

De hecho, la economía se ha visto obstaculizada durante décadas. La biología proporciona un camino para sanar el cisma y hacer avanzar la economía. La disputa principal en economía es conciliar el comportamiento sofisticado, ‘inteligente’ con el conducta absurda, ‘tonta’. La biología tiene una teoría unificada que explica ambos tipos de comportamiento, y no existe un cisma similar dentro de esta.

Considere el trabajo del ganador del Premio Nobel Niko Tinbergen sobre las gaviotas argénteas. Estas aves exhiben todo tipo de estrategias sofisticadas para sobrevivir y reproducirse en ambientes desafiantes. Un economista neoclásico podría maravillarse de su habilidad para volar, buscar comida y criar a sus hijos.

El trabajo de Tinbergen, sin embargo, demostró algunos comportamientos de la gaviota argéntea que pueden parecer tontos. En la naturaleza, los polluelos de gaviota piden comida picoteando las cabezas de los adultos, que tienen manchas rojas. Tinbergen descubrió que los polluelos de gaviota tienen una tendencia innata a picotear puntos rojos incluso en aves construidas artificialmente. Además, los polluelos prefieren los lápices con gomas rojas a las aves modelo realistas sin rojo.

Si Richard Thaler estuviera estudiando a las gaviotas argénteas, uno podría imaginarlo escribiendo un artículo económico sobre el comportamiento ‘anómalo’ de las gaviotas. Estas aves son tan tontas que intentan alimentarse con lápices. El profesor Thaler podría concluir además que la teoría darwiniana es falsa, ya que estas gaviotas en entornos artificiales no sobreviven ni se reproducen.

Los biólogos, sin embargo, no tienen ningún problema en que las gaviotas argénteas se comporten de manera que parezca inteligente y tonta. La selección natural produce soluciones elegantes como volar. No obstante, la conducta es creada por mecanismos neurales específicos que pueden producir un comportamiento anómalo en algunos entornos.

De hecho, Tinbergen no veía este comportamiento de picar lápices como anómalo, sino que lo veía como producido por mecanismos adaptativos que surgieron en un mundo de gaviotas argénteas sin borradores de lápiz.

Este punto de vista biológico proporciona una manera de armonizar la economía conductual y la neoclásica. Los humanos, como otros animales, están bajo presión evolutiva para maximizar. Esta maximización es casi idéntica a las predicciones de la economía neoclásica. Sin embargo, las anomalías de la economía del comportamiento se producen cuando se activan los mecanismos de toma de decisiones en entornos particulares.

La economía puede aprender de la biología, sanar el cisma y avanzar con un enfoque cohesivo y relevante del comportamiento humano.

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* Terry Burnham (@TerenceBurnham) es un economista que estudia las bases biológicas y evolutivas del comportamiento humano. Es Profesor Asociado de la Universidad de Chapman.

** Gabino Martínez (@GabinoMartnez11) es economista por la Facultad de Economía de la UNAM. Actualmente es Coordinador General de Investigación en BPP A.C.

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