Camino a la sustentabilidad. La Ciencia del Comportamiento como puente interdisciplinario
Por Nature Research Journal (@nresearchnews) | Traducción al español por Gabino Martínez* (@GabinoMartnez11)
Hubo un tiempo en que "desarrollo sostenible" significaba desarrollo económico, o crecimiento económico perpetuo, no, como lo conocemos hoy, desarrollo ambientalmente sostenible.
El cambio de significado se remonta al informe de 1987 Our Common Future, presidido por la entonces primera ministra de Noruega, Gro Harlem Brundtland. En el informe participaron científicos sociales, científicos naturales, industriales, ambientalistas y encargados de formular políticas que salieron de sus silos para hablar entre sí y comprender cómo los seres humanos alteran el medio ambiente mundial. El informe contribuyó a que esos procesos de colaboración se incorporaran a la corriente principal, junto con la idea de tratar el medio ambiente y el desarrollo como una problema.
Algunos campos comprendieron rápidamente que el trabajo interdisciplinario es esencial para comprender el cambio ambiental y para mitigar sus efectos o adaptarse a ellos. La confirmación de una causa humana para el cambio climático requirió los esfuerzos combinados de meteorólogos, oceanógrafos y geógrafos, entre otros. La sustitución de los productos químicos que agotan la capa de ozono utilizados en las latas de aerosol y los refrigeradores necesitaba que los químicos hablaran con los diseñadores de productos. Pero, como muestra un informe de esta semana en Nature Sustainability, otros campos no han llegado tan lejos en su viaje interdisciplinario (L. Kotz et al. Nature Sustain. 2, 1067-1069; 2019).
En un proyecto convocado por la revista y la Convergent Behavioral Science Initiative de la Universidad de Virginia en Charlottesville, un grupo internacional de arquitectos, diseñadores e ingenieros pasó un año con científicos del comportamiento, investigando cómo sus disciplinas podrían trabajar mejor juntas y por qué necesitaban hacerlo.
La ciencia del comportamiento tiene una relación existente y esencial con el entorno construido: tenemos que estudiar cómo viven, trabajan y se mueven las personas para crear edificios y ciudades habitables. Pero el grupo estableció que, cuando se trata de sostenibilidad, hay espacio para trabajar más de cerca, y el informe equivale a una agenda para la investigación conjunta. Las preguntas potenciales incluyen: ¿cómo toman las decisiones los arquitectos y diseñadores? ¿En qué medida se puede aplicar la ciencia del comportamiento en otros contextos al diseño y la arquitectura sostenibles? ¿Los arquitectos sienten el deber de promover el uso responsable de la energía?
El trabajo interdisciplinario requiere una comunicación cuidadosa y el fomento de la confianza. Como muestra el ejemplo de la definición del desarrollo sostenible, las disciplinas tienen sus propios idiomas y pueden interpretar los términos de manera diferente.
Las lecciones de la interdisciplinariedad también pueden aprenderse de las "guerras científicas" de mediados de la década de los noventa, una época tensa en la relación entre los científicos de las ciencias naturales y los sociólogos que estudiaban la forma en que se lleva a cabo la investigación. Parte de la ambición de los sociólogos de la ciencia es poner un espejo delante de los investigadores, para demostrar los posibles defectos de sus métodos. Pero algunos investigadores eminentes vieron estos estudios como una intrusión, y pensaron que los científicos naturales tenían poco que aprender de ellos.
Una forma de aliviar las tensiones disciplinarias podría ser subrayar que la sostenibilidad exige un cambio de comportamiento en todos los niveles, lo que requiere más investigación en todos los sectores. Los gobiernos, por ejemplo, a menudo interactúan con investigadores independientes que estudian cómo mejorar las políticas, incluida la forma en que el propio gobierno debe adaptarse si quiere impulsar la sustentabilidad de manera más eficaz. Del mismo modo, las escuelas de negocios producen estudios de caso sobre cómo las empresas pueden adaptarse para facilitar ese cambio. La investigación sobre la conducta podría ayudarnos a todos nosotros —individuos y comunidades— a hacer cambios en la forma en que actuamos, ya sea tomando más transporte público o simplemente bajando un poco el termostato.
Junto con los gobiernos, la industria y los particulares, el entorno construido consume energía y produce residuos, lo que lo hace igualmente fundamental para la sostenibilidad. Como dice el informe Nature Sustainability, colaborar eficazmente y aprender unos de otros puede ser difícil. Pero considerando la situación planetaria, no hacerlo tiene costos mucho más altos.
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Editorial publicada en Nature Research Journal, bajo el título «Architecture, design and behavioural science need to get talking about sustainability».
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* Gabino Martínez (@GabinoMartnez11) es economista por la Facultad de Economía de la UNAM. Actualmente es Coordinador General de Investigación en BPP A.C.
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