Coronavirus: una oportunidad para un cambio de comportamiento beneficioso


Por Andrzej Nagalski* | Traducido al español por Jorge Guzmán** (@JorgeGuzman_)

Obviamente ya has oído hablar del nuevo coronavirus que ha infectado a casi cien mil personas. La televisión y la prensa de todos los países actualizan a la ciudadanía sobre el número de nuevos casos y algunos científicos empiezan a murmurar la palabra pandemia. Los titulares de las revistas económicas nombran el brote como el verdadero evento del "cisne negro" y discuten su impacto específico en diferentes sectores y empresas. Pero no solo el virus será responsable del incierto impacto que el brote pueda tener. El mayor riesgo es la percepción humana que está sesgada e influenciada por muchos atajos mentales que todos hacemos. Pero podemos utilizar los conocimientos sobre el comportamiento humano no solo para combatir la propagación del coronavirus, sino también para promover medidas sencillas que nos beneficien a todos a largo plazo.

Primero veamos cómo nuestros cerebros son engañados. La evaluación humana de los riesgos y amenazas está lejos de ser perfecta. La abundancia de noticias referentes a las muertes causadas por el coronavirus aumenta la percepción individual del riesgo personal de la enfermedad. Esto se llama la disponibilidad heurística. Cuantas más personas se enteran del riesgo, más se sobreestima el riesgo, incluso en países no afectados por el virus. Sin mencionar que el cálculo de la tasa de mortalidad puede estar sobreestimado ya que no se cuentan todos los casos leves o los casos sin síntomas.

Otro sesgo —el efecto de pastoreo o de transportadora— hace que las personas usen máscaras faciales, aunque no es una medida de prevención efectiva y solo deberían utilizarlas las personas con síntomas y los trabajadores médicos. La gente aprende de las acciones de sus compañeros y se adaptan a ellas. Cuando ven a otros usando tapabocas y escuchan que la gente se apresura a comprarlos, hacen lo mismo. Esto puede tener consecuencias trágicas, ya que la escasez de cubrebocas continúa para los trabajadores médicos que las necesitan. El mismo sesgo es responsable de las "compras pandémicas". Lamentablemente, el miedo y el alto nivel de incertidumbre favorecen la conducta de pastoreo.

Las nuevas amenazas también son percibidas por nosotros como más peligrosas (sesgo de novedad) — nadie se asusta de la gripe pese a ser mucho más mortal. Por ejemplo, en los Estados Unidos, la temporada de gripe de este año está en camino de ser una de las peores en décadas. La agencia CDC estima que ha habido por lo menos 29 millones de casos de gripe que han llevado a 280,000 hospitalizaciones y 16,000 muertes en lo que va de temporada. Un blog médico lo resumió racionalmente: "un turista chino que visita los Estados Unidos en este momento tiene 10.000 veces más probabilidades de morir de gripe que un estadounidense que visita China de morir por el coronavirus".

Superar todos estos prejuicios puede ser difícil. Podemos leer y entender todos los datos disponibles y tratar de no seguir ciegamente a los demás. Pero también podemos usar el conocimiento sobre el comportamiento humano para protegernos del nuevo coronavirus y de otras infecciones comunes que amenazan la vida. Las medidas preventivas más efectivas son lavarse las manos frecuentemente y mantenerlas alejadas de la boca, la nariz y los ojos. ¡Así que por qué no lo convertimos en un hábito! ¿Por qué no convertimos esa conducta protectora de algo en lo que debemos pensar y decidirnos a emprender en algo que hagamos automáticamente en respuesta a las señales?

Para formar un nuevo hábito, tenemos que emparejar una acción repetidamente con un contexto como un entorno físico, una hora del día, un evento u otra acción en la secuencia. Una vez que se forma un hábito, una nueva acción ocurre espontáneamente y no requiere nuestra atención.

Veamos un ejemplo de una estrategia para convertir el lavado de manos en un hábito, que se basa en la neurociencia cognitiva, la psicología social y los estudios sobre el aprendizaje de los animales.

En primer lugar, tenemos que abordar las condiciones previas para el cambio:

1. Los ingredientes básicos del comportamiento deben estar disponibles. En nuestro ejemplo, se trata de un lugar para lavarse las manos, así como agua y jabón o un desinfectante para manos a base de alcohol, a los que se debe acceder con un mínimo esfuerzo.

2. Aprovechar el contexto para apoyar el cambio de hábitos. Cuando los hábitos existentes han sido temporalmente interrumpidos por un gran cambio de contexto, esto crea una ventana de oportunidad. El actual brote de coronavirus ya ha inducido un cambio de contexto, por ejemplo, en los aeropuertos. Otra opción es insertar la nueva acción inmediatamente después de un hábito ya existente, verbigracia, lavarse las manos después de usar el baño.

A continuación, abordar la adopción temprana:

3. Asegurarte de que el comportamiento sea fácil de realizar. Eliminar la elección, los pasos y el esfuerzo percibido, por ejemplo, las pautas para el lavado de manos con 11 pasos podrían no ser una buena idea y 15 segundos es definitivamente más alentador que 60 segundos.

4. Proporciona pistas únicas en el entorno inmediato, idealmente, con recompensas. Este es un momento para diseñar nudges personalizados para entornos particulares y un grupo objetivo específico. Las soluciones pueden ir desde carteles, recordatorios, pasos pintados o estaciones de lavado de manos de colores brillantes.

Y, finalmente, abordar el mantenimiento o la rigidez:

5. Fomentar la práctica repitiendo el comportamiento en el contexto pertinente. Esto ayuda a formar la memoria del procedimiento.

6. Promover el sentido y la motivación. La gente prefiere ver sus acciones como productos de elecciones, motivos conscientes, preferencias y objetivos. Protegerse de una infección por coronavirus es un gran motivador y puede actuar como un amortiguador contra el regreso a un viejo hábito de no lavarse las manos.

Uno de los elementos de un control exitoso de un brote requiere que las personas sanas tomen una medida simple como lavarse las manos frecuentemente, abstenerse de tocarse la boca, la nariz y los ojos, higienizarse al toser y mantenerse a un metro de distancia de las personas que muestran síntomas. Esto evita que los que no están enfermos se infecten y propaguen la enfermedad. El actual control de la temperatura en los aeropuertos no es efectivo por sí solo y una inversión sustancial en esta medida produce pocos beneficios. Deja a las personas con casos de infección leve sin detectar y les permite viajar a otros lugares donde se propaga el virus. Es más efectivo proporcionar a los viajeros mensajes de recomendación de prevención bien diseñados.

Hay que abandonar la expectativa de que algunas zonas escapen a los efectos del nuevo coronavirus y los efectos a largo plazo del brote son impredecibles. No obstante, es una oportunidad para promover comportamientos sencillos que, cuando se adopten, beneficiarán nuestra salud y podrían prevenirnos del próximo brote.
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Texto publicado originalmente en el portal Kwiecinski Business Advisory (KBA) - Medium, bajo el título «Coronavirus: a chance for a beneficial behavioural change».

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Andrzej Nagalski es Doctor en Neurociencia y Biología Molecular por el Instituto Internacional de Biología Molecular y Celular de Varsovia, Polonia. Actualmente es Diseñador de Negocios en el KBA. 

** Jorge Guzmán (@JorgeGuzman_) es politólogo y publiadministrativista por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Es Coordinador General de Proyectos en BPP A.C.

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