Respuesta al Covid-19, ¿oportunidad perdida para la ciencia del comportamiento?


Por Peter John* (@peterjohn10) y Gerry Stoker** (@ProfStoker) | Traducción por Jorge Guzmán*** (@JorgeGuzmán_)

Si bien se ha criticado el papel de la ciencia del comportamiento en el manejo de la pandemia en el Reino Unido, Peter John y Gerry Stoker argumentan que es importante que los gobiernos busquen influir en la conducta de la ciudadanía en lugar de confiar en leyes que son más difíciles de hacer cumplir. Sin embargo, explican por qué en este caso se debería haber utilizado un enfoque diferente de nudging.

Países de todo el mundo han recurrido a la ciencia del comportamiento en la lucha contra el coronavirus. En mayo, The New Scientist proclamó que "la ciencia del comportamiento es absolutamente central en nuestra lucha contra la pandemia". El reconocido papel de los epidemiólogos, inmunólogos y otros científicos es limitado "a menos que también tengamos en cuenta la ciencia del comportamiento humano —cómo actúan y piensan las personas en el mundo real— nuestra comprensión es incompleta y nuestros intentos de derrotar al virus fracasarán". Pero así como las ciencias duras han pugnado por encontrar las respuestas que pueden traducirse en decisiones políticas, también lo ha hecho la ciencia del comportamiento.

Es vital, por supuesto, reconocer la escala del desafío que se enfrenta. La novedad y la complejidad del virus y sus efectos han dificultado la toma de decisiones. La falta de datos y la escasez de información sobre la transmisión y la propagación del virus han hecho que se confíe más en las suposiciones que en lo ideal. Las prácticas e intervenciones médicas se han desarrollado a través del aprendizaje sobre el terreno.

Aunque se afirma que las intervenciones están promovidas por la ciencia, esa relación también ha resultado problemática en general, pero especialmente en el Reino Unido, donde los políticos se han mostrado muy entusiastas en utilizar "la" ciencia como una coartada en el marco de una estrategia de evasión de la responsabilidad y, como siempre, han tendido a favorecer las evidencias que más se acercan a sus intereses políticos. Se han tomado decisiones sobre qué ciencia seguir y la ciencia del comportamiento ha actuado en favor de las prioridades de los encargados de la toma de decisiones por su enfoque de arriba hacia abajo (top-down).

La Fase 1 para la política pública basada en ciencia del comportamiento consistió en desarrollar y reforzar un mensaje fuerte y claro sobre quedarse en casa, la sana distancia y reducir la presión sobre el sistema hospitalario. La Fase 2, lanzada para Inglaterra el 13 de mayo, ha ofrecido un nuevo plan de arriba hacia abajo para "mantenerse alerta" y un conjunto de mensajes bastante confusos sobre lo que podría ser posible hacer o no. ¿Podrían las ciencias del comportamiento haber encontrado un mejor camino?

Como argumentamos en Nudge, Nudge, Think, Think, gran parte de la ciencia del comportamiento se presta a ese tipo de enfoque de arriba hacia abajo porque su pensamiento subyacente es que las personas tienden a ser limitadas en términos cognitivos, y que un gobierno paternalista dirigido por expertos necesita salvarlos de sí mismos. El relativo secreto y la falta de transparencia del gobierno británico han agravado este problema, en particular recientemente, cuando sus mensajes se han tornado complicado y vuelto más probables a causar confusión. En su lugar, en el libro argumentamos en pro de un tipo de ciencia del comportamiento radicalmente diferente, que se centra menos en las fallas del pensamiento humano y aprovecha más sus posibilidades. Muchas intervenciones efectivas ya funcionan con la reflexión y la deliberación de la ciudadanía y sostenemos que habría sido mejor basarse en eso y emplear un abanico cognitivo más amplio para las personas encargadas de formular políticas públicas que se acercan a la ciudadanía.

Llamamos a este enfoque diferente "nudge-plus" y defendemos las intervenciones inspiradas en el reconocimiento de que la ciudadanía es responsable activa en la toma de decisiones, lo que habría dado lugar a mejores intervenciones tanto durante el confinamiento como en la desescalada. La gente no es simplemente pasiva y obediente con los mensajes del gobierno. Mucha estaba tomando medidas para hacer frente a la amenaza del virus antes de las medidas gubernamentales y otras decidirán en el futuro qué hacer reflexionando sobre los últimos consejos del gobierno, bastante confusos, y decidiendo lo que más les conviene a ellas y a sus familias. Nudge plus se basa en que las personas entiendan los mensajes y luego ajusten su conducta en consecuencia. Requiere un poco de consideración antes de llevar a cabo la acción preferida. Las intervenciones anteriores han funcionado cuando se necesitaba un cambio puntual, como resolver una declaración de impuestos anual o prometer la donación de sus órganos. Pero COVID-19 requiere un cambio de comportamiento día tras día. Necesitamos algo que funcione durante meses y meses.

La ciudadanía podría haber sido abordada de una manera diferente. Una idea es que las acciones necesitan un grado de compromiso previo. Se pudo pedir a la gente que primero se involucrara con la estrategia, por ejemplo, invitándolos a solo quedarse en casa. El mensaje en sí mismo quizás habría contenido un elemento de reflexión, como pedir a las personas que piense en explicar sus planes a un pariente mayor antes de decidir qué hacer cada día. El gobierno ha utilizado muchos mensajes de texto a grupos vulnerables, pero ¿sería sido posible que la ciudadanía respondiera a un sitio web que tuviese un operador, o discutir las medidas con otras gentes que vivieran cerca si lo quisieran?

La ciencia del comportamiento ha recibido mucha atención en los últimos meses, en especial en la fase inicial de la crisis. Pero esto no debería cuestionar la importancia de que los gobiernos traten de influir en el comportamiento de la ciudadanía en lugar de confiar en leyes y medidas que son difíciles de cumplimentar. Es necesario que los gobiernos y las personas trabajen en mutua colaboración  mientras a medida que avanzamos en esta difícil etapa de tratar de enfrentar al virus a largo plazo y en la que las políticas públicas para prevenir la infección generalizada son difíciles de explicar. Decirle a la gente lo que no debe hacer es más fácil que aconsejarla sobre lo que debe hacer de la manera correcta y en las circunstancias adecuadas. Si antes no necesitábamos las sutiles prácticas del cambio de comportamiento de "nudge-plus", ahora sí que las necesitamos.

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Texto publicado originalmente en el Blog de la London School for Economics and Social Sciences (LSE), bajo el título «Behavioural science and the response to COVID-19: a missed opportunity?».

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* Peter John (@peterjohn10) fue profesor de Ciencias Políticas y Políticas Públicas en el University College de Londres desde 2011 hasta 2017. Tiene un Doctorado de la Universidad de Oxford.

** Gerry Stoker (@ProfStokeres profesor de Política y Gobernanza en la Universidad de Southampton, Reino Unido. Anteriormente fue profesor en Manchester y Strathclyde.

*** Jorge Guzmán (@JorgeGuzman_) es politólogo y publiadministrativista por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Es Coordinador General de Proyectos en BPP A.C.

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