Economía del comportamiento en un post-it


Por Adam Oliver (@1969ajoTraducción por Gabino Martínez** (@GabinoMartnez11).

En los primeros días del confinamiento, después de pensar en cómo podría seguir cumpliendo -o incluso ampliando- mi misión educativa (es decir, atraer a la gente a mi campo de especialización habitual), se me ocurrió que tal vez podría intentar combinar lo viejo y lo nuevo. Lo viejo, utilizando post-it para transmitir algunas de las nociones clave de la economía y la política pública del comportamiento; y lo nuevo, usando Twitter para difundir los contenidos al respecto. A través este último, pensé que podría llegar a miles de personas; bien, en mi caso, a decenas de personas, pero aún más que a las que ahora puedo llegar físicamente, en nuestro mundo socialmente distanciado. 

Generalmente, la autoeducación (por no mencionar la educación de otras personas) a un alto nivel académico es difícil. Creo que fue el estadístico Leonard Savage quien dijo una vez que para instruirse adecuadamente hay que sentarse derecho en una silla dura. Hablando metafóricamente, la mayoría de las veces deberías esperar que la formación académica se parezca más a un simulacro del ejército que a un paseo por el parque (al fin y al cabo, se llaman disciplinas académicas por una razón). Este es uno de los motivos por los que encuentro divertido, frustrante y exasperante (dependiendo de mi humor) que la gente se clasifique a sí misma como economista/científico del comportamiento después de leer sólo uno o dos de los numerosos libros de ciencias populares que tratan sobre el tema. He estado estudiando economía del comportamiento durante casi treinta años y todavía me siento a menudo como un novato (aunque no más que cualquier otra persona —incluso quienes ganaron el Premio Nobel— debería sentirse).

Por lo tanto, el aprendizaje de contenidos académicos no es una forma de entretenimiento, aunque es cierto que en el campo de las ciencias del comportamiento hay personas que se han forjado carreras muy sanas tratando de que así sea. Con ejemplos llamativos, por ejemplo, hay quienes destacan lo irracionales que son las personas en los escenarios cotidianos, lo que entretiene a su público, que a menudo es incómodamente consciente (o cómodamente inconsciente) de que ellas también son igualmente susceptibles a tales desviaciones. Sin embargo, si se reflexiona más detenidamente, uno podría darse cuenta de que las peculiaridades que se ponen de relieve -por ejemplo, el enorme peso que se da al momento inmediato, el mayor peso que se da a las pérdidas que a las ganancias- no son en realidad singularidades, sino que son (quizás) efectos que han evolucionado a lo largo de los años para maximizar nuestras posibilidades de supervivencia.

Dicho esto, la ciencia del comportamiento es el estudio de la conducta humana y, como tal, todo el mundo puede familiarizarse con ella, que es en sí misma una atracción. Y aunque su enseñanza no puede equipararse a un entretenimiento, sabemos que la gente se sentirá más atraída por un campo de estudio si no se ve agonizantemente aburrida. Esa fue la clave de mi serie de post-it: un intento de evitar, o aliviar, lo terriblemente soso. Gran parte de la economía del comportamiento, la ciencia del comportamiento y la política pública conductual consiste en teorías, conceptos y ejemplos empíricos que pueden, con cuidado, explicarse de forma bastante sucinta, y así durante unos 20 minutos cada día, desde las 9 de la mañana mientras tomaba una taza de café, durante un período de 40 días, me puse a escribir una noción de economía del comportamiento en un post-it, tomar una foto de la misma y publicarla en Twitter.

Como era de esperarse, mi producción de post-its se extendió más allá de la economía del comportamiento para abarcar el campo relativamente nuevo de la política pública del comportamiento (que se centra en la forma en que las instituciones e intervenciones de política pública pueden ser provechosamente basadas en la ciencia del comportamiento). De manera muy general, la serie era una descripción cronológica de la evolución de este subcampo del análisis de políticas públicas, y se basaba vagamente en mi libro "The Origins of Behavioural Public Policy" (Cambridge University Press, 2017). A modo de ilustración, uno de los post-its sobre la teoría del arrepentimiento, que se reproduce en la Figura 1, que no explicaré más aquí para que al lector le resulte más fácil apreciar si he conseguido transmitir una idea compleja en un formato de post-it.

Figura 1

Por supuesto, puede que nunca sepa si mi serie de post-it dio a alguien un mayor conocimiento de la economía del comportamiento, tampoco si sirvió como catalizador para que grandes cantidades de personas clamaran por más información (en esta área, o en otras). Pero parecía ser apreciado en Twitter y me daba algo que hacer durante 20 minutos cada mañana durante el confinamiento, y eso era suficiente para mí. Posiblemente la razón por la que funcionó en la red es porque el formato de post-it "destacaba" (una novedad, como la fotografía análoga sobresale ahora frente al formato digital) - ¡algunas personas nunca habían visto una nota post-it antes! Además, los post-its se pueden leer rápidamente - no cobran demasiados impuestos, y para decir lo obvio, la gente generalmente no busca datos que sean demasiado complicados en Twitter (también experimenté con formatos más grandes y complejos - no funcionaron).

Como he señalado, la economía del comportamiento, la ciencia del comportamiento y la política pública conductual podrían encajar mejor en el formato de los post-it que otros campos académicos. Para reiterar, la educación es difícil, y no se puede presentar todo de manera sucinta. Pero yo no disuadiría a otros de probar algo similar. En cuanto a si funciona o no, la prueba del pudín está en la comida, y si, como yo, haces suficientes, entonces al menos, tanto si funcionan como si no, podrás hacerte una obra de arte mural, una forma de entretenimiento después de todo.

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Texto publicado originalmente en el Blog Impact Social Sciences de la London School of Economics and Political Science, bajo el título: «Behavioural Economics on a Post-It».

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Adam Oliver (@1969ajo) es editor en jefe de la revista "Behavioural Public Policy". Su último libro es ‘Reciprocity and the Art of Behavioural Public Policy’  (Cambridge University Press, 2019). 

** Gabino Martínez (@GabinoMartnez11) es economista por la Facultad de Economía de la UNAM. Actualmente es Coordinador General de Investigación en BPP A.C.

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