Para que la vacuna COVID-19 tenga éxito, hay que mirar la investigación conductual


Por Arthur C. Evans Jr.* Traducción por Gabino Martínez** (@GabinoMartnez11).

Después de meses de luchar contra una enfermedad mortal que ha puesto de rodillas a la economía mundial, que ha matado al menos a 170,000 personas solo en Estados Unidos y que ha dejado a otras muchas enfermas o confinadas en casa, todo el planeta pide a gritos una vacuna que nos ayude a volver al menos a una aparente normalidad. Pero una vacuna solo es efectiva cuando se inmuniza a suficientes personas para prevenir significativamente la propagación de la epidemia.

Mientras que las autoridades gubernamentales continúan luchando por controlar la pandemia y por la reapertura de escuelas y empresas, lo que falta en estas discusiones es la ciencia del comportamiento. Es crítico entender las percepciones de la gente sobre el riesgo y la seguridad, tanto física como psicológica, y cómo sus creencias guían su conducta.

El reciente y acelerado aumento de las tasas de contagio en EEUU, a pesar de saber cómo podemos frenar la transmisión del virus, ilustra claramente que tener soluciones no es suficiente. Necesitamos incorporar nuestra comprensión del comportamiento de la gente en las medidas que identifiquemos para volverlas más efectivas.

Ya hay signos preocupantes de que un número significativo de personas no recibirán la vacuna COVID-19 cuando esté disponible. Una encuesta publicada por CNN a principios de mayo encontró que el 33% de la gente encuestada dijo que no intentaría vacunarse incluso si estuviera disponible a bajo costo.

También sabemos que la población no siempre aprovecha las vacunas, pese a décadas de pruebas de su seguridad y eficacia. Un informe reciente mostró que, entre julio de 2018 y mayo de 2019, solo el 47% de las personas adultas en EEUU se vacunaron contra la influenza. Dados estos datos, está claro que debemos dedicar tanto esfuerzo a la educación de la gente como el que dedicamos a la producción de una vacuna. Es preciso que el Gobierno se movilice de inmediato para convencer a millones de personas en todo el país y en el mundo de que se inmunicen tan pronto como esté disponible la vacuna COVID-19.

Al igual que la industria farmacéutica está preparando millones de dosis de vacunas experimentales en espera de que una o más de ellas puedan resultar efectivas, debemos lanzar ahora una campaña de educación pública que convenza a la gente de la importancia de vacunarse. Para que sea exitosa, la estrategia debe basarse en la mejor investigación psicológica que demuestre las formas más efectivas de incentivar a la población para que se inmunice. Por eso es importante que las instituciones públicas locales, estatales y federales se familiaricen con la psicología que explica cómo influir positivamente en la conducta de la ciudadanía.

La ciencia nos indica que algunas de las mejores prácticas para vacunar a las personas incluyen:

1. Eliminar las barreras físicas y psicológicas para las vacunas

Para que sea efectivo, debemos hacer fácil que la gente se vacune. Las autoridades de los países deben permitir que las inmunizaciones se realicen no únicamente en los consultorios médicos, también en los centros para pruebas de la COVID-19, farmacias locales, escuelas, espacios de culto, mercados públicos y áreas de trabajo. También será útil si la vacuna se proporciona gratuitamente.

2. Establecer estímulos y sanciones

Una vez que la vacuna esté disponible, las empresas deben pedir a su personal que se vacunen, pues se ha comprobado la eficacia de este tipo de intervenciones. También se debe pensar en incentivos que animen a la plantilla a tomar precauciones, como el tiempo libre remunerado para hacerse pruebas e inmunizarse. Las legislaturas regionales podrían solicitar que las y los estudiantes sean vacunados antes de la vuelta a las escuelas.

3. Preparar a quienes prestan servicios de atención a la salud

Las investigaciones demuestran que las recomendaciones del personal sanitario sobre la vacunación suelen considerarse una prueba fehaciente de que las inmunizaciones funcionan y son seguras. La ciencia también muestra que quienes prestan atención médica deben hablar en términos definitivos y referirse a ellas como una práctica estándar y no algo opcional. Será importante que la farmacéutica que fabrique la vacuna sea lo más transparente posible, incluyendo la publicación de los componentes utilizados en la misma. El personal de la salud puede compartir esa información con sus pacientes y ayudar a disipar cualquier preocupación o concepto erróneo sobre la seguridad del producto. Una vez que se anuncie la vacuna, el personal médico deberá agendar la vacunación de sus pacientes de manera inmediata. 

También hay investigaciones psicológicas que revelan otras fuerzas que moldean el comportamiento de las personas en asuntos de salud, incluyendo:

1. Recurrir a especialistas y a figuras de autoridad

Especialistas de renombre, desde oficiales y responsables del sector salud hasta autoridades nacionales, deberán expresar su aprobación a la vacuna y animar a la gente a que se inmunice. Ya hemos visto la influencia de funcionarias y funcionarios públicos cuando se trata de usar cubrebocas, lavarse las manos y permanecer a sana distancia. Lo que se necesita urgentemente es que sean ellas y ellos quienes se unan en torno al mensaje de que las vacunas son seguras.

2. Hacer compromisos

Es más probable que la gente haga algo si siente que es parte de un acuerdo, según los estudios. De este modo, por ejemplo, el anuncio de que vacunarse podría ayudar a eliminar el virus y, por lo tanto, evitar requisitos molestos, como la sana distancia y el uso de tapabocas, puede resultar atractivo para quienes se han mostrado reacios a tomar esas medidas para protegerse del virus.

No hay duda que la mejor ciencia biomédica ayudará a desarrollar las herramientas para vencer a este virus. Pero una vez que se cuente con tales recursos, habrá que recurrir a la ciencia del comportamiento para que la gente los utilice.

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Texto publicado originalmente en The Hill, bajo el título: «For a COVID-19 vaccine to succeed, look to behavioral research».

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* Arthur C. Evans Jr. es el director general de la Asociación Americana de Psicología. 

** Gabino Martínez (@GabinoMartnez11) es economista por la Facultad de Economía de la UNAM. Actualmente es Coordinador General de Investigación en BPP A.C.

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