¿Por qué es tan difícil predecir nuestros sentimientos futuros?


Por Claudia Hammond (@ClaudiaHammond)* Traducción por Jorge Guzmán** (@JorgeGuzman_).

Cuando imaginas cómo te sentirás en el futuro, no eres consciente de los sutiles pero poderosos prejuicios que moldean tu forma de pensar.

En este momento se habla mucho de la nueva normalidad y de cómo nos sentiríamos si un día volvemos a una oficina concurrida, al gimnasio o al teatro. Hay quienes dicen que no se imaginan hacer alguna de esas cosas de nuevo, y aún menos poder bailar en un centro nocturno repleto o saludar a sus amistades con un abrazo y un beso.

¿Pero somos buenos adivinando cómo nos sentiremos los próximos días? La respuesta no es clara. Esto puede significar que no siempre tomamos las mejores decisiones sobre nuestras vidas.

Cuando intentamos predecir la manera en que nos sentiremos en el futuro, naturalmente tratamos de usar el pasado como guía. Eso podría funcionar bien, excepto que tenemos un sesgo en nuestro pensamiento hacia el pasado reciente. Así que, si suponemos cómo podría ser un viaje en tren el año que viene, en lugar de centrarnos en los cientos de viajes en tren que hemos hecho a lo largo de los años, no podemos evitar considerar el más reciente.

Y si eso fuera en un tren donde la gente cuenta con tapabocas se ve un poco nerviosa, eso será primordial en nuestras mentes cuando pensemos en un viaje posterior, aunque no tengamos ni idea de cuánto tiempo tendremos que llevarlas.

No podemos evitar concentrarnos en el modo en que nos sentimos ahora mismo. Cuando pacientes con dolores de cabeza crónicos describen la intensidad de su dolor, sus explicaciones se ven fuertemente influenciadas por la intensidad de su jaqueca del día anterior que en general. Si le preguntas a las personas cuánto disfrutarían de un plato de spaghetti a la boloñesa para el día siguiente, entre más hambre tengan en el momento en que se les consulte, más responderán que les gustaría.

El psicólogo de la Universidad de Harvard, Dan Gilbert, ha encontrado que al considerar los eventos, nuestros procesos cognitivos favorecen los extremos, los primeros y los más recientes. Esto se conoce como "sesgo de impacto" y también hace que nos centremos en las características principales de un hecho, así que si vamos a un almuerzo en un restaurante campestre, podemos imaginar el momento en que estamos sentados al Sol en un bonito jardín comiendo los alimentos. Es menos probable que visualicemos el viaje para llegar allí, la búsqueda del lugar con una mesa libre en el exterior, la sensación de impaciencia y hambre si hay una larga espera para que llegue la comida y la posibilidad de un gran atasco de tráfico en el camino de vuelta a casa.

Cuando esperamos que un acontecimiento futuro sea positivo, solemos centrarnos en los aspectos positivos, pero cuando es probable que sea negativo, los elementos negativos eclipsan nuestras expectativas. Por lo que imaginamos que todo lo relacionado con ir al dentista será terrible, mientras que algunas cosas como hablar con su recepcionista o dejar su abrigo colgado o salir serán bastante neutrales y, de hecho, las peores partes pueden durar solo unos instantes. Se podría interpretar esto con optimismo, significa que nada es tan malo como esperamos, pero por desgracia tampoco es tan bueno.

No obstante, el sesgo del impacto puede llevarnos a tomar decisiones equivocadas. Podemos creer que un nuevo trabajo con un modesto aumento de sueldo cambiará nuestras vidas. Si nos quita el estrés de las constantes preocupaciones económicas, entonces es posible. Tus amistades te felicitarán, pero cuando se trata de maximizar tu felicidad, si ya te manejabas financieramente, apreciabas tu antiguo trabajo, conocías las reglas y eras un buen colega, puede que no sea la mejor decisión.  

Para hacer la mudanza necesitas estar seguro de que podrás gastar esa paga extra en algo que te haga más feliz. Años de investigación de la psicóloga americana Elizabeth Dunn, recogida en su libro "Happy Money", sugieren que esto significa comprar experiencias, tiempo libre o gastar dinero en otras personas.

También tenemos la tendencia a sobreestimar la fuerza de nuestras emociones futuras. En un estudio en el que se pidió a estudiantes de EE.UU. que predijeran cómo se sentirían si su equipo de fútbol universitario ganaba o perdía su próximo partido y se les pidió que dijeran cómo se sentían al cabo de unos días, habían sobrestimado tanto su felicidad por ganar como su decepción por perder. Esto se debe a que olvidaron todas las otras situaciones que ocurrirían en un día que también influyen en su estado de ánimo para bien o para mal.

Cuando se hizo el mismo experimento pero se pidió a la gente que describiera un día típico justo antes de hacer sus predicciones, los pronósticos del alumnado se hicieron más precisos.

Fundamentalmente, esto también puede pasar con eventos que son mucho más extremos que comer spaghetti a la boloñesa o ganar un partido de fútbol. En su libro Stumbling on Happiness, Daniel Gilbert explica que además sobrevaloramos la alegría y la tristeza en las experiencias que nos cambian la vida.

Una persona ganadora de la lotería, por ejemplo, no pasará cada momento celebrando con champán, posando con un cheque de cartón gigante de millones, probando coches deportivos o llevando a todas sus amistades de vacaciones. Tampoco habrá de estar todo el tiempo conmocionado por lo acontecido, transformando su vivienda para volverla accesible o reflexionando sobre la manera en que su vida ha cambiado.

Al imaginar cualquiera de las dos situaciones, la gente tiende a centrarse en el impacto inicial, pero asume que estos sentimientos serán permanentes. Olvidan que se adaptarán. Algunas de estas sensaciones iniciales de alegría o desesperación desaparecerán.

En general, esto es algo bueno. Así como tenemos un sistema inmunológico fisiológico, nuestro sistema inmunológico psicológico nos protege. Hace que prestemos más atención a los extremos para que tomemos las decisiones que nos mantienen seguros, pero tenemos que recordar que también nos permite adaptarnos, seguir adelante cuando las cosas no han ido según lo previsto.

Como me dijo Paul Dolan, profesor de ciencias del comportamiento en la London School of Economics en All in the Mind de la BBC Radio 4, "nos acostumbramos a la mayoría de lo que la vida nos ofrece y nos habituamos a ello relativamente rápido, mucho más rápido de lo que anticipamos". Cuando se obtiene un aumento de sueldo, la satisfacción de ese aumento se desvanece muy, muy rápido".

Si nuestra tendencia a centrarnos en las vivencias extremas, primeras o recientes, en lugar de las más típicas, nos impide predecir con exactitud cómo nos sentiremos en el futuro, ¿cómo podemos tomar buenas decisiones?

En su libro "Happiness By Design", Dolan recomienda sondear los puntos de vista de las personas que han tenido una experiencia similar a la tuya. O simplemente preguntar a quienes te rodean qué opinan de tus opciones, porque tendemos a adoptar una visión a largo plazo cuando pensamos en las opciones de las demás gentes, más que en las propias. Sin embargo, señala que es importante hacer la pregunta correcta: no "¿debería aceptar el nuevo trabajo?" sino "¿cómo crees que será mi vida diaria si lo acepto?".

Por ejemplo, una investigación dirigida por Jennifer Roberts, profesora de economía de la Universidad de Sheffield, encontró que un viaje más largo al trabajo está asociado con una menor salud psicológica, especialmente entre las mujeres casadas. Alejarse más del trabajo para conseguir una casa más grande puede darte una habitación libre, pero sólo la usarás a veces, mientras que puedes notar los inconvenientes de viajar diariamente. Esto es algo que podrían señalar tus amistades de antemano cuando les plantees tus opciones.   

En el próximo año, la mayoría de las personas vivirán una serie de novedades en un mundo que lucha contra una pandemia... volviendo a una oficina quizás, o yendo en un avión, tal vez. A partir de la investigación psicológica sabemos que la primera vez se sentirá más extraña, especialmente durante los primeros 10 minutos. Pero la humanidad es siempre adaptable y rápidamente se acostumbrará a su nueva forma de vida. La segunda vez no será tan rara.

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Texto publicado originalmente BBC Future, bajo el título: «Why predicting our future feelings is so difficult».

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Claudia Hammond (@ClaudiaHammond) es la presentadora de "All in the Mind" en la BBC Radio 4. Es profesora visitante en la Universidad de Sussex. 

** Jorge Guzmán (@JorgeGuzman_) es politólogo y publiadministrativista por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

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