¿Por qué nos comportamos así durante la pandemia?


Por Melis Ozoner* (@melisozoner) Traducción por Gabino Martínez** (@GabinoMartnez11).

Durante nuestro viaje a sana distancia, descubriremos tres sesgos de decisión ocultos que manifestamos al navegar por la pandemia de la Covid-19.

Nuestro hábito de leer las mismas aplicaciones de noticias cada día, la afición por escuchar historias bien documentadas y el afán por jugar a la lotería están relacionados con nuestras reacciones a la pandemia. ¿Cómo es eso? Antes de entrar en detalles, déjame preparar la escena.

Nos enfrentamos a una enorme incertidumbre (la palabra en sí misma es enorme), multiplicada por el miedo, sin ninguna certeza que nos tranquilice.

Durante el período de confinamiento, puedes sentir severos cambios de humor, como si estuvieras montando una montaña rusa emocional. Tal vez te encuentres angustiado por el futuro y tengas dificultades para dormir por las noches. ¿Estoy desarrollando un trastorno de ansiedad? ¡El solo pensarlo me altera! O tal vez te sientas agotado y desesperado mientras se acumulan los pendientes en tu lista de tareas y no tienes suficiente energía para ser productivo. ¿Estaré cayendo en una depresión?

Lo que podrías hacer en su lugar es dejar de angustiarte y reconocer que no estás completamente a solas.

Estas son sensaciones normales hasta cierto punto, ya que la definición de "normal" está en constante evolución. Quizás también debería utilizar la exagerada y omnipresente expresión "nueva normalidad", acuñada, creo, para responder al deseo de la humanidad por "normalizar" las cosas que le rodean.

Hay varios patrones de conducta identificables (aunque no necesariamente razonables) que podríamos mostrar todas las personas. Como humanidad, desarrollamos atajos psicológicos, llamados "heurísticos" para reducir la complejidad de nuestro mundo y lograr ser eficientes en la resolución de problemas. Pero esto tiene un coste. También conducen a sesgos cognitivos, definidos como errores sistemáticos en el pensamiento y la toma de decisiones.

Por consiguiente, estos comportamientos se describen a menudo como "irracionales", porque la gente se desvía de las predicciones de la teoría de la elección racional, que básicamente asume que todas la gente es racional y se conduce de manera consistente basada en su propio interés.

Mi diversión (y también mi pasión) es aprender más sobre estas "conductas irracionales". Mis publicaciones anteriores en el blog son acerca de las formas en que somos predeciblemente irracionales, como dice Dan Ariely. Sin embargo, considerando el contexto de la pandemia, me abstengo de definir los sesgos que elaboraré a continuación como puramente "irracionales".

La razón es que, desde una perspectiva evolucionista, nos enfrentamos al miedo a la muerte (o ligeramente, al miedo al contagio). Este temor se multiplica con la borrosa incertidumbre, que es una receta idónea para poner en marcha el modo supervivencia. Así, nos convertimos en personas más conservadoras y protectoras de la salud de nosotras mismas y de nuestros seres queridos.

Como resultado de esta respuesta profundamente evolutiva, podríamos comportarnos de manera que el argumento de la racionalidad fracase; pero solo considera el propósito al que sirven estas conductas. Si nos protegen de un posible contagio y son útiles para la sobrevivencia, entonces son perfectamente racionales. ¿O no?

Ahora, la cosa no es juzgar a nadie, sino descubrir y dar sentido a los sesgos cognitivos predominantes. Durante nuestro viaje a sana distancia, como se prometió, podemos ser conscientes de ellos, reírnos pero también no debemos olvidar el darles las gracias.

1. Sesgo de confirmación
O, la razón por la que buscamos información que confirme lo que ya creemos.

Tendemos a rastrear la evidencia confirmatoria que apoya nuestros sentimientos y creencias preexistentes, mientras ignoramos o rechazamos la evidencia contraria. Una vez que nos formamos una opinión, se hace mucho más difícil cambiarla de lo que normalmente pensamos. Las ideas son pegajosas.

Nassim N. Taleb lo llama "empirismo ingenuo" y afirma que siempre es fácil encontrar estos supuestos confirmatorios; solo hay que buscarlos.

A principios de marzo, el coronavirus era un tema relativamente exótico; las discusiones sobre los confinamientos y las prohibiciones de viaje estaban en el aire y no había ningún caso confirmado en varios países.

En ese momento, las personas que tenían próximos eventos planeados (una amplia gama de planes de viaje y bodas) tendían a restar importancia a las implicaciones del virus y miraban los informes favorables de los medios de comunicación. Pudieron revisar las noticias que comparaban al coronavirus con la gripe estacional; escucharon los discursos de políticos que calificaban de falso, además de comparar el número de muertes con las personas que morían en las piscinas. También podrían haber escuchado a estas personas decir: "¡Oye, el coronavirus desaparecerá en el verano por el clima cálido!"

La razón es que ya habían invertido en sus vacaciones, tanto económica como psicológicamente, así que sólo querían seguir con sus planes. Es probable que tuvieran una amistad con quien no se podían oponer mostrando opiniones contrarias, porque simplemente no prestaba atención.

Del mismo modo, la gente, que es muy cuidadosa de su salud, devoró cada dato que advertía del aumento del número de muertes y de la tasa de letalidad, y acusó a los gobiernos de ser irresponsables mientras sugerían medidas drásticas inmediatas.

"El sesgo de confirmación proviene de cuando tienes una interpretación, la adoptas y luego, de arriba a abajo, fuerzas todo para que se ajuste a esa lectura", dice Kahneman.

En resumen, tendemos a creer lo que queremos creer.

2. Falacia narrativa
O, la razón por la que tenemos una adicción a las historias, en vez de a las verdades crudas.

Desde nuestra infancia, adoramos que nos cuenten historias. Todo el mundo tiene un recuerdo de una película de Disney, que le afectó profundamente durante la niñez. Cuando crecemos, a lo mejor pasamos de Disney a Netflix; pero la preferencia por las historias permanece intacta. De hecho, impregna aspectos de amplio alcance de nuestra vida cotidiana, en su mayoría de manera inconsciente.

Taleb explica que somos vulnerables a la sobre-interpretación y que tenemos una capacidad limitada para mirar los hechos sin dar una explicación. Él llama al fenómeno "falacia narrativa" y señala que las explicaciones unen los hechos y los hacen más memorables. Como tenemos recursos limitados en términos de almacenamiento y recuperación de la información, nuestra tendencia natural es crear reglas para reducir su dimensión.

En este caso, circulan muchas historias sobre la raíz del coronavirus; los creyentes de estas teorías conspirativas van desde políticos conocidos hasta estudiantes. Desglosemos dos de estas tesis de moda.

Una teoría afirma que el virus fue diseñado concienzudamente en un laboratorio en Wuhan a causa del programa de bioguerra de China. La gente señala el laboratorio biológico de Wuhan porque está muy próximo al mercado de mariscos donde se sospecha que se produjo el brote. Sin embargo, escapó del laboratorio por accidente.

Según el Pew Research Center, casi tres de cada diez habitantes de EE.UU. piensan que el virus se fabricó en un laboratorio.

Otra teoría defiende que el virus fue generado por Bill Gates porque tiene el deseo de despoblar al mundo. Su fundación desarrollará la vacuna y, a través de la vacunación masiva, implantará un microchip de identificación porque quiere archivar nuestra información personal y establecer mecanismos de rastreo masivo.

Una firma de análisis de medios, Zignal Labs, reporta que las conspiraciones vinculadas a Bill Gates se mencionaron 1.2 millones de veces en la televisión o en las redes sociales entre febrero y abril de este año.

Incluso si se considera que solo existen estas dos tesis, no hay forma de que ambas puedan ser verdaderas al mismo tiempo. ¡Pero qué convincentes son estas narraciones! No sólo satisfacen el hambre de nuestro cerebro por las historias, sino que también nos dejan con la ilusión de comprensión.

Nuestras vidas se han estropeado en cuestión de semanas y todavía estamos intentando dar sentido a lo que está pasando alrededor de nosotros. Como resultado de la gran incertidumbre y presión, junto con nuestra propensión innata a las narraciones, creamos un falso sentido de entendimiento. Mi punto aquí no es desacreditar todas estas historias, sino señalar la vulnerabilidad a ellas.

En resumen, preferimos las historias bien elaboradas en lugar de los datos sueltos.

3. Heurístico de disponibilidad
O, la razón por la que jugamos a la lotería.

Seamos honestos. No somos muy hábiles para tratar con conceptos abstractos, especialmente información estadística y probabilidades. Consideremos el más trivial: el pronóstico del tiempo. ¿Qué significa en realidad una probabilidad del 50% de lluvia? Algunas personas dicen que hay un 50% de probabilidades de que llueva. Otros piensan que lloverá la mitad del tiempo; mientras que el resto cree que lloverá solo la mitad en el sitio determinado.

Dar sentido a las "probabilidades" es más problemático de lo que pensaríamos inicialmente. Y ni siquiera hablo de la línea de investigación que revela cuán mal estimamos la probabilidad de determinados eventos. Así que (inconscientemente) recurrimos a la heurística para lidiar con las probabilidades.

Kahneman define la heurística de disponibilidad como la tendencia a evaluar la frecuencia de los eventos o la importancia relativa basada en la facilidad para recuperar la memoria. Si una circunstancia viene fácilmente a la cabeza —si está más disponible— piensas que es más probable. En otras palabras, tendemos a sobreestimar la probabilidad de un evento, o a dar más peso, si la información relacionada es fácilmente accesible.

¿Cuáles son las cosas que están más disponibles? Eventos destacados o recientes que atraen tu atención, experiencias personales, o incluso casos vívidos que tienen una amplia cobertura mediática; las cuestiones que aparecen en tu feed sin importar cuánto te desplaces hacia abajo. Junto con eso, los pensamientos e imágenes aterradoras son muy memorables porque crean intensidad emocional: cuanto más tememos, mejor guardamos la información relevante para futuras instancias y la volvemos fácil de recordar.

Una de las herramientas más poderosas —y malvadas— que involucra nuestras emociones es una anécdota, que es baja en significado estadístico pero desproporcionadamente alta en significado emocional. Como las anécdotas transmiten datos sensacionalistas por medio de una historia, son sorprendentemente memorables.

Con esta luz, mira hacia el coronavirus. A principios de enero, hubo algunas noticias sobre un nuevo virus que surgió en una ciudad de China. Luego, el número de artículos comenzó a aumentar lentamente con más detalles: el virus causó el cierre de toda la ciudad. Recuerdo claramente, que me enteré del virus no por ningún medio de comunicación, sino por teléfono hablando con una (querida) amistad.

Luego, ya sabemos el resto de la historia. El brote comenzó a aumentar en otros países, uno por uno. Simultáneamente, la atención de los medios de comunicación sobre los eventos se extendió, incluso más rápido que el propio virus.

Hemos visto fotos de las escenas como las de la guerra en los hospitales de Italia. Leímos artículos sobre cómo la gente moría y sigue haciéndolo por culpa de un virus sin cura. Escuchamos los discursos de líderes políticos que nos piden que nos quedemos en casa y mantener la sana distancia. Fuimos —y todavía somos— bombardeados con esa información. Está en todas partes.

Además, si tienes una amistad, una amistad de otra persona a la que le han diagnosticado el coronavirus, tienes la oportunidad de escuchar sus experiencias de primera mano. Puede que te diga que no sabe cómo se contagió el virus, porque solo fue al supermercado una vez, o puede que admita el miedo que siente. Te influyen las evidencias anecdóticas que recién has escuchado.

Es entonces cuando nuestra percepción del riesgo se distorsiona por nuestras reacciones emocionales.

Uno de los ejemplos más utilizados para describir la heurística de la disponibilidad es la forma en que el desastre del 11 de septiembre impulsó a la sociedad a sobreestimar el número de víctimas de los atentados terroristas en relación con otras causas de muerte. La respuesta del público fue favorecer la conducción en lugar de los vuelos, lo que dio lugar a un aumento significativo del número de accidentes de carretera.

Sin embargo, por favor noten la enorme diferencia en la verdadera naturaleza de los riesgos. Simplemente, mi conducción en la autopista tiene un efecto muy indirecto en su salud. Pero hoy en día, si salgo imprudentemente sin máscara e infecto a la gente a mi alrededor, tiene graves consecuencias para ti. El riesgo es acumulativo. Las personas no jugamos solas, dependemos unas de otras. Es así de simple.

La psicología indica que la gente no puede evaluar las probabilidades objetivamente y se inclina a sobreestimarlas. La información estadística, como la tasa de mortalidad o la tasa de infección, se va reduciendo paulatinamente. Además, en este caso en particular, pienso que es un elemento muy valioso.

En resumen, nos guiamos por anécdotas sensacionalistas, más que por estadísticas simples.

¿Qué pensaría una sabelotodo?
O, ¿cuáles son las claves a seguir?

Hemos recorrido un largo camino y conocemos solo tres de nuestras muchas reacciones ocultas a la pandemia. Hoy es la COVID-19, mañana podría llamarse de cualquier otra manera; pero los mecanismos psicológicos subyacentes serían similares.

Y aquí está mi pequeña lista de soluciones:

1. Tenga en cuenta el sesgo de confirmación

2. Lucha con la falacia narrativa

3. Muestra aprecio por la disponibilidad heurística

En un mundo donde la incertidumbre aumenta, tratamos de encontrar nuestros propios caminos. Son tiempos difíciles. No hay duda de ello. Aquí es donde la heurística y los atajos psicológicos entran en juego. Algunos de ellos obstaculizan nuestra capacidad de ver el mundo con claridad, mientras otros nos proporcionan una ventaja de supervivencia.

Dar sentido a nuestras acciones y a las que nos rodean respondiendo a la pregunta " ¿por qué nos comportamos como lo hacemos durante la pandemia?" tiene un verdadero potencial para colaborar. Estén alerta. Manténganse sanos. Quédate en casa.

Y gracias por leer mi artículo.

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Texto publicado originalmente en el Medium, bajo el título: «Why do we behave the way we behave during the pandemic?».

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*  Melis Ozoner* (@melisozoner) es ingeniera y psicóloga, interesada en la economía del comportamiento.

** Gabino Martínez (@GabinoMartnez11) es economista por la Facultad de Economía de la UNAM. Actualmente es Coordinador General de Investigación en BPP A.C.

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