Ciencia del comportamiento para que la educación continúe


Sean Talamas* (@SeanTalamas) | Traducción por Gabino Martínez** (@GabinoMartnez11).

¿Cómo es que meses de sana distancia y de aprendizaje remoto, agravados por un contexto nacional de racismo, han afectado a estudiantes, sus familias y profesores?

¿Cómo se ha visto afectado el crecimiento académico de las y los estudiantes por la falta de acceso a la tecnología e internet de banda ancha en los hogar?

¿Cómo, en su formación de este otoño, los profesores están apoyando a sus estudiantes que están experimentando un trauma?

Estos son los tipos de preguntas que, en circunstancias normales, conformarían la investigación realizada por la ciencia del comportamiento. Pero la misma confluencia sin precedentes de eventos que ha planteado estas valiosas preguntas impide que la mayoría de los enfoques típicos de la investigación. Los estudios se han suspendido. Los diseños de investigación han requerido una reorientación. La financiación ha sido redirigida o cancelada.

Así como el personal docente ha tenido que replantearse la enseñanza durante la pandemia, la investigación se ha visto obligada a reflexionar sobre sus sistemas, protocolos y la naturaleza misma de sus preguntas de investigación. A principios de este mes, un grupo de investigadores de la educación señaló que "existen pocas investigaciones directamente relacionadas con los efectos de las pandemias en la educación o las mejores formas de que las escuelas respondan a la crisis actual".

La mayoría de los grandes centros escolares están impartiendo clases a distancia este otoño, pero necesitan investigación para ayudarles a entender lo que funciona y lo que no. ¿Qué puede hacer la ciencia de la conducta para ayudar en estas circunstancias? Aquí hay tres recomendaciones para realizar investigaciones durante y después de la pandemia.

1. Usar el pensamiento de diseño para monitorear y entender las necesidades rápidamente cambiantes de estudiantes y educadores

En este momento, las escuelas están en medio de una completa reimaginación de cómo instruir y comprometerse con sus estudiantes. Estas decisiones probablemente resultarán en cambios a largo plazo en el modelo educativo de nuestra nación. La investigación sólo puede ayudar haciendo las preguntas correctas. Los cinco pasos del pensamiento de diseño —empatía, definición, ideación, prototipo y prueba— ofrecen un camino para identificar los problemas que enfrentan las y los adolescentes y, una vez identificados, encontrar soluciones basadas en la evidencia.

Recientemente, estuve en una videollamada con una investigadora hablando con su estudiante sobre el trabajo que llevará a cabo. La investigadora compartió con entusiasmo su idea de cómo hacer que sus estudiantes usen Facebook menos a menudo. Zara, una estudiante representante cuyo trabajo era dar información crítica a los investigadores, no dejó pasar ni un instante: "¡Facebook! No uso Facebook. ¡Mi mamá usa Facebook!".

De hecho, sentir empatía con las necesidades de las y los estudiantes es más importante hoy que nunca en este mundo que evoluciona tan rápidamente.

2. Aprovechar las herramientas y la tecnología para incorporar las voces de estudiantes y profesores

Toda esta incertidumbre puede hacer que sea abrumadora para quienes ejercen la ciencia del comportamiento que tratan de definir por dónde empezar.

El mejor primer paso: escuchar a estudiantes y profesores. Organiza videollamadas para saber a qué retos se enfrentan, pregúntales en qué piensan y explora dónde puedes apoyarles mediante la investigación. Y sigue usando las videollamadas durante todo el ciclo de investigación para conectarte con docentes y estudiantes para elevar su perspectiva.

Otra forma de acceder a las opiniones de estudiantes y profesores es preguntándoles, usando encuestas rápidas y fáciles como el protocolo Qualtrics' Return to Learn. Estas sencillas herramientas pueden proporcionar a las y los investigadores una retroalimentación inmediata sobre el bienestar de sus estudiantes y sobre dónde sus comunidades escolares pueden necesitar apoyo adicional para navegar por los acontecimientos actuales. La investigación puede entonces diseñarse para explorar preguntas importantes sobre la mejor manera de proporcionar soporte donde más lo necesitan las y los estudiantes.

3. Identificar la infraestructura de investigación preexistente

Mientras se enfrentan a los diversos desafíos del 2020, es poco probable que las escuelas inicien una nueva iniciativa de investigación. En lugar de tratar de construir nuevas asociaciones, especialistas en ciencias de la conducta podrían trabajar con infraestructuras de investigación establecidas, como los laboratorios escolares como el Brooklyn Lab. Además, pueden trabajar con asociaciones locales de investigación y práctica (RPP) como el Consorcio de la Universidad de Chicago y el Consorcio de Investigación Educativa de Houston, que debido a las fuertes alianzas de largo plazo con las escuelas hacen un trabajo fenomenal para llevar a cabo investigaciones pertinentes y relevantes.

También he tenido la oportunidad de ayudar a construir una nueva plataforma de investigación en mi trabajo en el Character Lab, una organización sin ánimo de lucro fundada para avanzar en el conocimiento científico que ayuda a la infancia a desarrollarse. En 2018, lanzamos la Red de Investigación del Character Lab  una red de escuelas e investigadores que trabajan conjuntamente para promover actividades de investigación que conduzcan a la investigación. La Red de Investigación asume las cargas legales, logísticas y tecnológicas que típicamente recaen sobre el personal científico y las escuelas. La colaboración incluye actualmente a 80 investigadores y 95 centros educativos, que representan a más de 100,000 estudiantes, y hasta la fecha, hemos facilitado 37 estudios de investigación de gran potencia, informados por 132 estudios piloto, y 232 sesiones de entrevistas entre investigadores y estudiantes. Nuestra plataforma de investigación virtual hace posible la investigación oportuna e inclusiva a escala, y parece especialmente adecuada para nuestro entorno actual.

Muchas actividades -gimnasios, teatros, restaurantes- se han paralizado casi por completo para luchar contra la COVID-19. Pero no podemos permitir que el coronavirus obstaculice el bienestar de una generación de estudiantes. Necesitamos soluciones basadas en evidencia para la juventud que se ajusten a los problemas dinámicos y complejos que enfrentan todos los días. Necesitamos que todas las personas —científicas y científicos del comportamiento, educadores, líderes y padres— apoyen la investigación que, en última instancia, contribuirá a que toda la niñez prospere. Debemos empezar a construir un mañana que nuestra juventud pueda desear hoy.

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Lecturas y recursos adicionales
  • Character Lab Research Network (Enlace)
  • Duckworth, Angela L., (2020).What Teachers and Students Need to Hear to Feel Supported. Education Week. (Enlace)
  • Eskreis-Winkler, L., Milkman, K. L., Gromet, D. M., & Duckworth, A. L. (2019). A large-scale field experiment shows giving advice improves academic outcomes for the advisor. Proceedings of the National Academy of Sciences, 116(30), 14808-14810. (Enlace)
  • Porter, T., Catalán Molina, D., Blackwell, L., Roberts, S., Quirk, A., Lee Duckworth, A., & Trzesniewski, K. (2020). Measuring Mastery Behaviors at Scale: The Persistence, Effort, Resilience and Challenge-Seeking Task (PERC). Journal of Learning Analytics, 7(1), 5–18. (Enlace)
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Publicado originalmente en Behavioral Scientists, bajo el título «Education Can’t Stop During the Pandemic—and Neither Can School-Based Research».

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* Sean Talamas (@SeanTalamases director ejecutivo de Character Lab, una organización sin fines de lucro que ayuda a la niñez a desarrollarse.

** Gabino Martínez (@GabinoMartnez11) es economista por la Facultad de Economía de la UNAM. Actualmente es Coordinador General de Investigación en BPP A.C.

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