No bajar la guardia (comportamental) hasta que la vacuna entre en acción


Por David Halpern* y Hugo Harper** | Traducción por BPP Staff

Al enfrentarse a la situación sin precedentes de una pandemia mundial, las personas de todo el mundo han demostrado una enorme determinación y una notable capacidad de adaptación al cambio repentino. Han soportado no sólo semanas, sino muchos meses de restricciones, aprendiendo nuevos comportamientos y desarrollando nuevos hábitos que se han vuelto cada vez más automáticos, desde guardar una mascarilla en el bolsillo hasta evitar dar la mano y abrazar a las amistades.

A medida que nos adentramos en lo que esperamos que sea el final de la pandemia, se produce una última y desesperada carrera entre el titánico esfuerzo por sacar la vacuna, el resurgimiento de cepas más transmisibles y la necesidad de mantener salvaguardas de comportamiento contra la propagación del virus.

¿Quién está dispuesto a vacunarse?

En primer lugar, vamos a centrar nuestra atención en cómo la ciencia del comportamiento puede ayudar en la carrera por la vacunación. Uno de los principales retos será garantizar que un alto porcentaje de las personas a las que se les ofrece la vacuna la acepten.

A mediados de diciembre, recogimos datos sobre las intenciones de vacunación contra el coronavirus de 3.538 adultos del Reino Unido. 

Descubrimos que 7 de cada 10 personas en el Reino Unido dijeron que definitivamente o probablemente se vacunarían. En otras palabras, casi un tercio de la población se muestra "reticente a vacunarse".


Como era de esperar, hay algunas diferencias notables entre los que dicen que definitivamente se vacunarán y los que dicen que definitivamente no lo harán: en el grupo del "no rotundo" hay muchas menos personas adultas mayores, y tienden a confiar mucho menos en el gobierno y a estar menos preocupados por el coronavirus en general. 

También hay diferencias notables entre quienes "no" tienen intención de vacunarse y quienes "no saben". La preocupación número uno, manifestada por la mayoría de las personas de estos dos grupos, fue la preocupación por los posibles efectos secundarios. Pero el grupo de quienes "no tienen intención de vacunarse" también era más propenso a decir que no creían que la vacuna fuera a funcionar y que, de todos modos, el coronavirus no constituía un riesgo grave. 

El grupo "no sabe" no tenía objeciones tan fuertes a la vacuna; la mitad estaba dispuesta a adoptar un enfoque de "esperar y ver". Una vez que este grupo vea que el despliegue de la vacuna se lleva a cabo sin problemas y que la vacuna no perjudica a la gente, podría estar dispuesto a formarse en la cola para su propia vacunación. En este sentido, podríamos pensar en este grupo como el "después de ti".



Los niveles de disposición en los Estados Unidos son en realidad bastante similares. En dos experimentos, en los que participaron 13.000 personas, descubrimos que entre el 65 y el 67% de las personas tienen la intención de vacunarse contra la COVID-19. La disposición varía según los grupos: las personas encuestadas afroamericanas estaban menos dispuestas, al igual que las mujeres, los menores de 55 años, los habitantes de zonas rurales o las personas que se identificaban como republicanas. Muchas de estas diferencias entre grupos fueron muy grandes (10-15 puntos porcentuales), y están en línea con las principales encuestas nacionales de Estados Unidos. Observamos niveles similares de apoyo cuando preguntamos a la gente si cree que la vacuna COVID-19 es eficaz, y un poco menos de acuerdo cuando preguntamos a la gente si era segura (alrededor del 60-63%).

Reducir las barreras

Los lectores de los blogs del Behavioural Insights Team conocerán nuestra obsesión por "hacerlo fácil" cuando se trata de animar a la gente a adoptar determinados comportamientos. Este principio se ha aplicado al despliegue de la vacuna contra el coronavirus: hasta ahora, muchas vacunas se están administrando directamente en las residencias y en los centros sanitarios de primera línea. 

A medida que el despliegue se amplía, es importante que se mantenga este sencillo pero importante detalle. En el Reino Unido y en otros lugares, se está trabajando para crear muchos sitios locales donde la gente pueda vacunarse. Esto debería funcionar bien para los primeros grupos objetivo (por ejemplo, las personas mayores y las clínicamente vulnerables), que estarán muy motivados para vacunarse. Sin embargo, a medida que avancemos en la vacunación de toda la población y tengamos que empezar a llegar a los "probablemente no" y a los "no sabe", es posible que tengamos que cambiar el modelo de distribución de "venga a nosotros" a "nosotros iremos a usted". Las comunicaciones que animan a la gente a vacunarse serán menos importantes, en lugar de centrarse en el "cómo" para facilitar al máximo que estas personas se vacunen.

¿Estacas en lugar de agujas?

Un detalle peculiar, pero potencialmente importante, es que a mucha gente no le gustan las agujas. De hecho, hay un grupo concreto de personas a las que no les gustan las agujas: los jóvenes. Las investigaciones han revelado que el miedo a las agujas disminuye con la edad: por cada década de aumento en la edad (años), hubo una disminución del 8,7% en la prevalencia del miedo a las agujas.


Tal vez podríamos pedir a nuestros amigos de los medios de comunicación que reduzcan las imágenes de agujas y añadan en su lugar unas cuantas pegatinas de "me he vacunado".

Relajarse demasiado pronto

A pesar de los rápidos avances en la administración de la vacuna -hasta ahora se han administrado más de 2,4 millones de vacunas en el Reino Unido-, a un gran número del personal sanitario y de los líderes mundiales les preocupa que la disponibilidad de la vacuna lleve a la gente a bajar la guardia en el último momento. Sería una tragedia que la gente muriera innecesariamente justo cuando empezamos a vencer por fin al virus. 

Nuestros datos apoyan esta preocupación: el cumplimiento previsto de las normas sobre el coronavirus por parte de la gente disminuyó notablemente cuando se les pidió que imaginaran que habían recibido la vacuna, o que muchos otros la habían recibido. Dicho esto, muchas cosas han cambiado desde que se recogieron estos datos a mediados de diciembre: los casos de coronavirus han aumentado drásticamente, y el Reino Unido ha entrado en un nuevo confinamiento nacional en respuesta a la aparición de la nueva cepa de coronavirus más contagiosa. Así pues, es posible que el cumplimiento de las normas siga siendo elevado en respuesta a este nuevo entorno más amenazador.


No tenemos todas las respuestas sobre qué hacer al respecto. Pero sí sabemos que la vacuna no ofrece una protección instantánea y, por lo tanto, parece que hay un último hábito que debemos aprender: aguantar un poco más de lo que creemos que necesitamos.

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Publicado originalmente en el blog del Behavioural Insights Team bajo el título de "Holding up our (behavioural) guard long enough for the vaccine to take hold".

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* David Halpern es el Director Ejecutivo del Behavioural Insights Team. Antes de entrar en el gobierno, David ocupó una plaza en Cambridge y puestos en Oxford y Harvard.

** Hugo Harper dirige el trabajo del BIT sobre la salud en el Reino Unido. Tiene un máster, con distinción, en Ciencias Económicas y del Comportamiento por la Universidad de Warwick, así como una licenciatura en Psicología y Fisiología por la Universidad de Oxford.

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